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Este artículo, escrito por Leighanne Levensaler, apareció originalmente en inglés en el blog de Workday. Pensamos que también sería de interés para los lectores hispanohablantes, por lo que lo ofrecemos traducido a continuación.

Aluvión disruptivo: ¿cómo superará la tormenta su organización?

 

"Hace medio siglo, la esperanza de vida de una empresa de la lista Fortune 500 rondaba los 75 años. Ahora no llega a los 15 años, y sigue bajando", afirmaba Peggy Noonan en un artículo sobre por qué morían las grandes empresas. Ese dato puede parecer sorprendente, pero probablemente no debería ser así. Después de todo, vivimos una época de cambio y disrupción empresariales sin parangón, una etapa en la que el 50% de las empresas de la lista Fortune 500 ya no existen desde el año 2000. Una era en la que se calcula que el 40% de las empresas que están ahora en la lista Fortune 500 habrán desaparecido en 10 años, según investigadores de la Washington University. Me pregunto quién las sustituirá. Richard Foster, profesor de la Universidad de Yale, calculó que aún no se han fundado el 75% de las empresas que formarán parte del índice Standard & Poor’s 500 en 2020.

Pero ¿qué ha cambiado? Fusiones, adquisiciones y bancarrotas han cambiado la composición de las corporaciones globales que conocemos y en las que confiamos, y las nuevas estrellas fulgurantes de todos los sectores amenazan la propia existencia de clásicas empresas existentes. Lo fundamental es que las fuerzas conjuntas de la disrupción digital y la naturaleza cambiante de la organización del trabajo(y del propio trabajo) están desatando enormes cambios en el entorno del negocio global. Las empresas afrontan un gran reto.

Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee sostienen en su libro La segunda era de las máquinas que la tecnología es el principal catalizador de la disrupción. Afirman que unos niveles de innovación y mejora tecnológica sin precedentes han inspirado una nueva ola de disrupción que va mucho más allá de ayudar a las empresas a ser más eficientes o a automatizar procesos manuales.

 

La esperanza de vida de una empresa de la lista Fortune 500 se ha reducido a menos de 15 años.

 

Si piensa que hoy en día las cosas van rápidamente, bueno… Todo será aún más rápido y disruptivo. Klaus Schwab afirma en su libro La cuarta revolución industrial que estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará de forma fundamental nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos. El autor afirma que por su escala, alcance y complejidad, la transformación será diferente de todo lo que ha experimentado la humanidad. En el telón de fondo del entorno tecnológico actual, es difícil no aceptar este argumento.

El impacto de la disrupción digital se percibe en todos los niveles del mundo empresarial, desde líderes del mercado consolidados hasta empresas emergentes de rápido crecimiento. Pero ¿qué queremos decir cuando hablamos de disrupción digital? En conclusión, la disrupción digital es el cambio forjado por la inexorable marcha de tendencias que se desarrollan a largo plazo: La ley de Moore permite informática más potente, redes más rápidas y almacenamiento más barato. El efecto de estos cambios es acumulativo, y cada innovación se basa en la anterior. El ritmo del cambio se acelera con el tiempo. Una breve lista de lo que afecta a las empresas hoy día empezaría por lo anterior e incluiría además el cloud, el big data, la tecnología móvil, el software de código abierto, el procesamiento de grandes cantidades de datos en la memoria principal y la economía de las API.

Tanto para las multinacionales como para las modernas empresas emergentes con una gran idea, estas innovaciones han cambiado radicalmente las condiciones. James McQuivey, de Forrester, describe esta transformación: "La fuerza de la disrupción digital no solo reduce las barreras, sino que las arrasa. Esto permite a las organizaciones disruptivas adoptar nuevas ideas… y buscar clientes rápidamente casi sin coste y en pocos días, en vez de tardar años".

 

Las empresas que utilicen tecnologías y modelos legacy no competirán en las mismas condiciones que las organizaciones más ágiles que recurran a las más recientes tecnologías.

 

No puedo evitar entusiasmarme cuando pienso que los operadores de menor tamaño pueden acercarse a mercados maduros con el objetivo de resolver los problemas más rápidamente, mejor y por menos dinero. Eso refleja nuestra propia experiencia en Workday. Las empresas ya no tienen que realizar enormes inversiones en infraestructura tecnológica ni en grandes plantillas para competir. La disrupción crea modelos empresariales completamente nuevos, y nuevos tipos de productos y servicios posibles gracias a la digitalización. Además, hoy en día las plantillas son más multigeneracionales, móviles y globales que nunca.

Meg Whitman, CEO de HP, afirmó lo siguiente en la Global Partner Conference de la empresa: "Vivimos una era de cambio disruptivo implacable para empresas y Gobiernos, con un gran número de nuevos modelos de negocio. Ninguna empresa sobrevive sin adaptarse, sin capacidad para replantearse las cosas, cambiar y renovarse".

Si "más rápido, mejor y más barato" es el principio fundamental de la disrupción digital, las empresas basadas en tecnologías y modelos anteriores no competirán en igualdad de condiciones con organizaciones más ágiles que utilicen las tecnologías más recientes. Creo firmemente que los enfoques tecnológicos y culturales anteriores limitan a organizaciones ya consolidadas, y que las empresas del siglo XX están mal equipadas para desarrollar el potencial de su plantilla.

Las tecnologías digitales continúan transformando la economía, y a muchos líderes les cuesta definir una estrategia digital, cambiar las estructuras organizativas y eliminar las barreras que les impiden maximizar el posible impacto de las nuevas tecnologías digitales. Sin embargo, muchas otras organizaciones asentadas desafían ya hoy en día esta supuesta incapacidad de adaptarse y asumen y aceptan voluntariamente la disrupción. ¿Está apostando por la disrupción antes de que llame a su puerta? Me encantaría conocer su opinión.

Lea la segunda y tercera entrada de Leighanne Levensaler sobre disrupción digital en su blog.